¿Cuántas veces has sentido preocupación, ansiedad o estrés? ¿Cuántas de esas veces comiste solo para sentir alivio?
Nos encontramos muchos casos de personas que se refugian en la comida, volviéndose un hábito, de manera que se convierte en un hábito y para cuando nos damos cuenta dependemos totalmente de la comida para satisfacer nuestras necesidades emocionales.
Es importante identificar el impulso que te lleva a la comida y hoy te lo explicaremos. ¿Has pensado alguna vez en por qué te apetece comer? Generalmente, porque tienes hambre suele ser la respuesta. Pero, en muchas ocasiones no sucede así. Comer en un acto fisiológico, sin embargo, este acto está influenciado por muchas variables y la mayoría de ellas son más emocionales que fisiológicas. Se busca canalizar esa emoción de ansiedad a través del acto de comer, pensando que se tiene hambre. Tras la comida, el cerebro secreta varias sustancias (como la dopamina) que producen una sensación de placer. Con esta recompensa tu cerebro buscará cualquier oportunidad para motivarte a comer ese alimento que produce tanto placer.
Además, las cosas se complican cuanto tu cerebro asocia este alimento o el hecho de comer con una emoción negativa. Como, por ejemplo, estar tristes con comer chocolate y patatas fritas, sentir ansiedad y comer todo lo que hay en el frigo, sentir estrés y comer frutos secos…
Todo esto lleva a un aumento de peso no controlado, con sus consecuencias en la salud y en las emociones. Por ello es importante identificar el hambre real y el hambre emocional. Una manera de saber si estás comiendo emocionalmente es realizando el siguiente cuestionario (con respuesta de SI o NO)
1. Me siento fuera de control en presencia de comida deliciosa.
2. Cuando empiezo a comer, pareciera que no puedo parar.
3. Es difícil para mí dejar comida en el plato.
4. Cuando se trata de comida no tengo fuerza de voluntad.
5. Me siento tan hambriento que no puedo controlarme.
6. No puedo saciarme con facilidad.
7. Continuamente tengo pensamientos de preocupación sobre comer o no comer.
8. Hay algunos días en los que no puedo pensar en nada más que en comida.
9. La comida esta siempre en mi mente.
Una vez identificado el hábito, es importante tener una predisposición a cambiarlo. El objetivo es cambiar la rutina, cuando siestas impulso de comer, distrae a tu mente con otra actividad o en el caso de ser necesario acude al especialista para tratar el causante del hambre emocional.
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